lunes, 22 de mayo de 2023

¿QUÉ ES EL ADOPCIONISMO?

 

Es una herejía que sostenía que Cristo era solamente un hombre, al que Dios adoptó como hijo en el momento de su bautismo y al que confirió una potencia divina para que pudiera llevar a cabo su misión en el mundo. 

Una variante del adopcionismo fue la que mantenía Pablo de Samosata, obispo de Antioquía entre el 260 y el 268; éste, para conservar la unidad divina, sostenía que Jesús no era Dios sino un hombre como los demás, pero con la diferencia de que, a él, el Verbo se le había comunicado de una manera especial, inhabitando en él.

jueves, 18 de mayo de 2023

RESUMEN DE LA ENCÍCLICA "LUMEN FIDEI" DEL PAPA FRANCISCO

 

Como complemento a la catequesis sobre la fe que impartí, he realizado también este resumen y power point de la Encíclica Lumen Fidei del Papa Francisco en la formación de catequistas de la parroquia. Según el grupo al que se dirija, será necesario aclarar algunos conceptos que se incluyen en este resumen.


Se puede comenzar animando al grupo a leer la encíclica y leyendo el pasaje donde se explica que la escribió Benedicto XVI pero Francisco hizo algunas aportaciones.

La carta está dividida en una introducción, y cuatro capítulos.

Cristo se presenta como luz, así nos lo dice Juan 12, 46 y Pablo 2 Cor 4, 6. Así parece que ha sido durante mucho tiempo pero en la época contemporánea se ha asociado a la oscuridad de manera que donde la razón no puede llegar, la persona da un salto al vacío, es decir, no sería una luz objetiva que pudiera alumbrar el camino de la persona. Ante el miedo a lo desconocido la persona renuncia  buscar una luz grande y se contenta con pequeñas luces que van iluminando su vida fugazmente.

La luz de la fe ilumina toda la existencia del hombre; si se da un encuentro con el Dios vivo, nos transformamos y recibimos ojos nuevos.

Al final de la introducción nos plantea dos cuestiones que son las que va a contestar la Encíclica: cuál es la ruta que la fe nos descubre y de donde procede su luz poderosa que permite iluminar el camino de una vida lograda y fecunda, llena de fruto.

CAPÍTULO PRIMERO

En la historia de Israel y posteriormente en la Iglesia de Cristo, constatamos en los escritos que tenemos del AT y NT cómo se destaca la presencia de Dios, las muestras de Amor que Dios ofrece. El NT muestra la fe en el Amor pleno, capaz de transformar el mundo: Jesús da su vida por nosotros, Cristo resucitado es el apoyo de nuestra fe que ilumina nuestras tinieblas, 

Nuestra cultura ha perdido esa percepción de Dios; pensamos que Dios está en otro nivel; en cambio los cristianos, que confesamos el amor de Dios, que obra, que se deja encontrar, y participamos en su modo de ver el mundo, esa es la fe. Esto no nos separa de la realidad, al contrario: captamos la realidad de una manera más profunda pues descubrimos cuánto ama Dios al mundo y cómo lo orienta hacia sí; esto nos lleva al compromiso de vivir nuestra existencia con más intensidad. De esta manera somos transformados en criaturas nuevas.

1Cor 4, 7 ¿tienes algo que no hayas recibido? Todas las obras buenas que podamos hacer vienen de Dios.

Dios se ha hecho cercano a nosotros, Cristo es un don. El creyente es transformado por el Amor: “no soy yo el que vive es Cristo quien vive en mí”. El yo del creyente se ensancha para ser habitado por Otro, es participe del Amor de Jesús, puede tener sus ojos, sus sentimientos, su condición filial.

La fe tiene una configuración eclesial: Cristo está unido a los creyentes y los creyentes entre sí, es comunión de los creyentes. Así el cristiano está abierto a todas las personas.

CAPÍTULO SEGUNDO: SI NO CREEIS NO COMPRENDERÉIS

Nos encontramos en una crisis de verdad; se acepta lo que la persona puede medir con la ciencia y las verdades que son válidas a nivel individual. La luz de la fe puede iluminar los interrogantes de nuestro tiempo en cuanto a la verdad.

Amor y verdad están unidos; el amor verdadero da plenitud a la vida, como la verdad y la fidelidad: el Dios verdadero es un Dios fiel. Con la fe podemos tocar al Señor, recibir la fuerza de su gracia.

La verdad común da miedo porque recuerda a los totalitarismos que imponen algo común en lo que creer y seguir. Pero si es la verdad del amor, pasa a realizar el bien común. Hace crecer a la persona, el respeto, nos hace humildes y dialogantes con todos.

La luz de la fe en Jesús ilumina el camino de los que buscan a Dios, ¿qué mejor recompensa puede dar Dios que dejarse encontrar? Cuanto más nos sumergimos en la luz de Cristo, más podemos acompañar el camino de otros hacia Dios.


CAPÍTULO TERCERO: TRANSMITO LO QUE HE RECIBIDO

Quien se ha abierto al Amor de Dios, ha escuchado su voz y ha recibido su luz, no puede retener ese don para sí. Este don resuena en otros invitándolos a creer. Es una luz que brilla y se difunde y llega a otros. La fe se transmite de persona a persona, como en la Vigilia Pascual se encienden las velas, vamos plantando una semilla.

Francisco pone esto en relación con que la fe no es una opción individual, por su propia naturaleza se abre al nosotros dentro de la comunión de la Iglesia. La dimensiones de nuestro yo se ensanchan.

La iglesia transmite la fe, que no se reduce a un contenido doctrinal sino que transmite la luz que resulta del encuentro con el Dios vivo. Para transmitir esta riqueza están los sacramentos que ponen en juego la totalidad de la persona. Es el despertar a un nuevo sentido de la vida, el sacramental; lo visible y material están abiertos a lo eterno.

Se analizan elementos para la transmisión de la fe: confesión de fe, sacramentos, decálogo, oración.

Bautismo: el niño es acogido en la fe de padres y padrinos y se destaca la unión entre la Iglesia y la familia en la transmisión de la fe.

Eucaristía: Cristo se da a sí mismo; actualizamos el misterio de Cristo y aprendemos a ver la profundidad de la realidad. Cristo se hace presente y a través de esto nos insertamos en el movimiento de la creación hacia la plenitud en Dios.

La profesión de la fe: somos invitados a entrar en el misterio que profesamos y a dejarnos transformar por lo que profesamos. Nos vemos implicados en la verdad que confesamos.

El padrenuestro: comenzamos a ver con los ojos de Cristo y podemos encender en los demás el deseo de acercarnos a él.

El decálogo: la fe se presenta como un camino hacia la plenitud de la comunión con Dios.

Unidad de la fe: aprendemos a ver la realidad con los ojos del otro y esto enriquece nuestra mirada.

Cada época puede encontrar puntos fáciles o difíciles de aceptar debido a influencias culturales y sociales, por eso es importante vigilar que la fe se transmite integra, todo el depósito de la fe.

CAPÍTULO CUARTO: DIOS PREPARA UNA CIUDAD PARA ELLOS

La fe ilumina las relaciones humanas y revela hasta qué punto pueden ser sólidos los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos. Se pone también al servicio de la justicia, el derecho y la paz.

La luz de la fe permite valorar la riqueza de las relaciones humanas; sin amor puede pasar a ser utilidad, interés , miedo… la fe es por tanto un bien común que ayuda a edificar la sociedad. Se pone como ejemplo el encuentro con Cristo sobre todo en los jóvenes; dejarse guiar por su Amor y ponerse en sus manos.

Si intentamos fundar las relaciones sociales exclusivamente en la igualdad no pueden subsistir sin referencia a un Padre común, pues la fe enseña que cada persona es una bendición; vemos la luz del rostro de Dios en el rostro del hermano. La fe nos hace ver la naturaleza como creación de Dios, nos invita a no pensar en la utilidad y el provecho; formas de gobierno justas, pues la autoridad viene de Dios; la posibilidad de perdonar a otros, pues descubrimos que el bien es más fuerte que el mal.

“la fe ilumina la vida en sociedad; poniendo todos los acontecimientos en relación con el origen y el destino de todo en el Padre que nos ama, los ilumina con una luz creativa en cada nuevo momento de la historia”. 

Es fuerza que conforta en el sufrimiento: también hay pruebas dolorosas; en la debilidad se palpa el poder de Dios que la supera. Sabemos que siempre habrá sufrimiento pero le podemos dar sentido, convertirlo en entrega confiada, y que nos hace crecer en la fe y el amor.

No nos olvidamos de los sufrimientos del mundo. Otros han recibido luz de otras personas que sufren, por ejemplo, San Francisco de Asís de un leproso; Teresa de Calcuta, de sus pobres.

La luz de la fe no disipa todas las tinieblas pero guía nuestros pasos en la noche. Al hombre que sufre Dios no le da un razonamiento que explique todo sino que le responde con su presencia que le acompaña en el camino.

Al final de la catequesis, se puede rezar la oración que aparece en la Encíclica: MARIA, RECUÉRDANOS QUE EL QUE CREE NO ESTÁ NUNCA SOLO, ENSÉÑANOS A MIRAR CON LOS OJOS DE JESÚS PARA QUE ÉL SEA LUZ EN NUESTRO CAMINO.