Podéis leer aquí la primera parte, segunda y tercera.
Tratamos ahora dos temas que son típicamente mateanos: la preocupación moral y el interés por poner la vida cristiana y la Iglesia bajo el juicio futuro de Dios, evitando las falsas seguridades.
Mateo acentúa el aspecto moral de la enseñanza de Jesús. Conocemos su insistencia en practicar la justicia, hacer las obras y dar buenos frutos. La Iglesia está compuesta de trigo cizaña, de buenos y malos ante lo cual no hay que resignarse sino tener paciencia e insistir en los buenos frutos.
Mateo refleja una comunidad judeocristiana para la que el tema de la Ley es central. Jesús con su doctrina y actitud no pretende abolir al Ley sino llevarla a su cumplimiento. En principio, la Ley mantiene su validez pero Jesús pide un cumplimiento que salga del corazón, que no sea meramente externo (5, 27-30). El hombre tiene que dirigir a Dios los frutos de su actuar, pero también lo más intimo y profundo de su ser.
La crítica a los escribas y fariseos radica en que su religiosidad es falsa e hipócrita y con su legalismo usan la Ley para encubrir su falta de justicia, de misericordia y de fe (Mt 23, 23).
Sin embargo, el destino del hombre ante Dios se juega según sea su misericordia con los pobres y necesitados y con los que sufren.
Mateo también subraya que Jesús vendrá como Hijo del Hombre en una función de juez universal y glorioso, que dará a cada uno según sus obras (Mt 16, 27-28; 24, 29-31).
El énfasis escatológico de Mateo no proviene de una comunidad que espera una parusía inmediata o especula sobre el futuro, sino de la necesidad de exhortar a la vigilancia y al bien actuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario