viernes, 3 de noviembre de 2023

EL EVANGELIO DE SAN MATEO (III)

Continuamos con la exposición sobre el evangelio de Mateo. Aquí tenéis la primera parte y la segunda parte.


Para Mateo, Juan Bautista, Jesús y sus enviados pertenecen a la misma época de la historia de la salvación: todos predican lo mismo, el Reino de los Cielos, y todos encuentran el mismo rechazo en Israel. No se distingue entre el tiempo de Jesús y el de la Iglesia porque Cristo antes de sufrir la pasión y el Resucitado mantiene siempre la misma presencia entre los suyos. Por eso no escribe un relato sobre los apóstoles sino que lo que desea destacar de la Iglesia lo proyecta sobre el relato de Jesús.

Por tanto este Evangelio se considera eclesial por dos razones fundamentales: es el único en que aparece la palabra ekklesia y todo el relato da a conocer la vida de la Iglesia. En Mt 16, 18 Jesús promete la construcción de su Iglesia, que surge tras el rechazo de Israel a Jesús y cuya primera característica es precisamente la aceptación de Jesucristo.


La comunidad de Jesús es su Iglesia en la que él permanece para siempre y debe continuar su misión para todas las gentes. Las características que presenta Mateo son: La presencia de Jesús en medio de su Iglesia (1, 23; 18, 29); la continuidad entre Jesús y la Iglesia (10); y la Iglesia como fraternidad (28, 10; 12, 46-50).

En Mateo la palabra apóstol aparece solo una vez (10, 2) pero el concepto de discípulo se repite mucho. Estos se vincularon de una forma especial con el Maestro pero en la Iglesia ser discípulo significa ser cristiano; precisamente por haber estado vinculados a Jesús se convierten en modelo para el presente. Ser creyente es ser discípulo de Jesús. 

Mateo ve en los discípulos a los cristianos de todos los tiempos; no los idealiza sino que los presenta con sus luces y sus sombras. Su fe se ve amenazada, tienen dudas, o se creen abandonados dibujando así el problema de la fidelidad y la permanencia ante las dificultades más que el del acceso a la fe.

En concreto sobre la figura de Pedro se hacen afirmaciones positivas: es fundamento de la Iglesia, es el primero que reconoce al Señor y es el primer llamado, pero también se apuntan algunos rasgos negativos como la incomprensión del camino de la cruz, las negaciones o su "poca fe". En definitiva, los pecados de Pedro son los de cualquier cristiano.