Pues bien: ser cristiano no es "someter los demonios", ni realizar muchas actividades de evangelización, ni convertir a mucha gente; si Dios nos concede estos dones, bendito sea, pero esas actividades son secundarias.
Lo primero y fundamental de ser cristiano es ver y darme cuenta de que Dios me ama, constatarlo en mi vida, en mi historia, y abrirle mi corazón para que El pueda entrar y transformar mi vida; que a pesar de los sufrimientos y sinsabores cotidianos sea capaz de permanecer alegre porque tengo el amor de Cristo y disfruto de él. Jesús se convierte en el centro sobre el que gira toda mi vida y no los ídolos del mundo: eso es ser cristiano, ser consciente del amor de Dios por mí, de que Dios me ama infinitamente y le dejo actuar en mi vida.
Lo demás (ser catequista, colaborar en la parroquia, estar en cáritas, formar parte de una hermandad...) está muy bien y es un servicio que Dios me pide que realice en ocasiones, pero esto no es lo más importante; lo verdaderamente importante es vivir mi vida con una actitud de apertura al Amor de Dios.
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