El siglo V se caracteriza por el enfrentamiento entre dos posiciones cristológicas sobre la unión de la realidad humana y la divina en Jesucristo. Por un lado estaba la visión del Verbo como sujeto del hombre Dios , descuidando la importancia de la humanidad de Jesucristo; por otro, se atendía a la realidad de la humanidad de Cristo pero se dudaba del Verbo como sujeto de la actividad divina.
Los protagonistas de este enfrentamiento fueron Nestorio, obispo de Constantinopla y Cirilo, patriarca de Alejandría. La articulación de sus visiones sobre Cristo se realizará en el Concilio de Calcedonia.
Nestorio afirmaba la humanidad y divinidad de Jesucristo pero no parecía atribuir propiedades humanas y divinas a la única persona del Verbo encarnado. Cirilo admitía que la unión en Cristo se realizó a partir de dos naturalezas, humana y divina, y que no se pueden separar pero hay que distinguirlas porque cada una conserva sus cualidades propias. Esta enseñanza fue aprobada en el Concilio de Éfeso pero surgieron muchos equivocos al no realizarse una definición dogmática sobre la unión d elas naturalezas de Cristo.
Antes del Concilio de Calcedonia destaca la posición de Eutiques que afirmaba la presencia en Cristo de dos naturalezas antes de la unión, pero una sola después de la unión. El verbo asunmió una humanidad completa, carn ecomo la nuestra pero vacila en decir que era consustancial a la nuestra. El Papa León Magno en una carta al patriarca de Constantinopla, expuso la distinción de las naturalezas de Cristo junto con su unión en una única persona. Cada una de las naturalezas conserva las operaciones que le son propias.
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