El Evangelio de San Marcos fue escrito originariamente en griego y su texto primitivo ha llegado hasta nosotros de forma completa. Consta de 16 capítulos con un apéndice que se le añadió en época muy temprana, ya que este apéndice se conocía hacia el año 150 d. C. También hay algunos versículos repartidos por distintos capítulos que no pertenecen a la obra primitiva.
La obra tiene carácter narrativo y trata de la predicación y las obras que realizó Jesús de Nazaret. Cuenta con una introducción y después el relato se centra en la actividad de Jesús, primero en Galilea después en Judea y Jerusalén y en la última parte se centra en la actividad de Jesús en Jerusalén dónde muere y se anuncia su resurrección. Está estructurada en pequeñas escenas que se van sucediendo y termina de forma brusca en el capítulo 16, 8. Lo que aparece después es el apéndice añadido posteriormente.
Es el más corto de los cuatro evangelios y su contenido se encuentra también en el Evangelio de San Mateo y de San Lucas con la excepción de unos 50 versículos de material propio. Da la impresión de que han sido un conjunto de relatos que circulaban de manera independiente y después han sido integrados en una obra por medio de procedimientos literarios.
La obra está escrita en griego popular con influencia semita. Se caracteriza por un uso poco cuidado del vocabulario, por la libertad en el empleo de la gramática y la viveza y realismo de los relatos. El vocabulario es más rico que en otros evangelios pero tiene un uso irregular, por ejemplo, se le atribuyen sentidos distintos a una misma palabra, o se repiten mucho algunas palabras; hace uso de diminutivos, palabras derivadas del latín y también del lenguaje cristiano. La gramática que utiliza es la propia del lenguaje popular, no es una gramática cuidada.
El estilo es propio de la lengua hablada pero la narración consigue mantener vivo el interés por lo que sucede. Esto sugiere que es una obra que no fue escrita para ser leída, sino para ser oída.
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